Manuel Bonilla






Después de la tragedia de San Juan y Chorrillos, con las tropas chilenas frente a los reductos que eran la última línea de defensa de la capital, tras un confuso incidente, comenzó la Batalla de Miraflores.
Los reductos estuvieron defendidos por la población civil que se batió con heroismo y valentía. Historias de valor abundan a lo largo de la batalla, pero hoy quiero hacer presente la de un muchachito que no cumplía los trece años de edad.

Su nombre era Manuel Bonilla.

Este joven combatiente cursaba estudios en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe. Cuando las tropas chilenas tocaron las puertas de la ciudad de Lima, muchos profesores y alumnos guadalupanos se enrolaron para defenderla. Manuel Bonilla, no fue la excepción, pero por su escasa edad fue rechazado varias veces. Finalmente, debido a su porfiada insistencia fue admitido y asignado al Reducto N° 3, que se encontraba a cargo del abogado y empresario don Narciso de La Colina.

Don Narciso le tomó mucho cariño pues notaba en el pequeño Manuel, un corazón impetuoso y un inquebrantable amor a la patria. Por ello, le encargó al jovenzuelo el proveer de municiones a los defensores en caso la batalla se llevase a cabo.

Aunque no estaba prevista, y tras un tiroteo entre ambos ejércitos, se desencadenó la Batalla de Miraflores. La infantería chilena desató una implacable carga sobre los primeros reductos. El apasible distrito de Miraflores, pronto se vio inmerso en una vorágine de fuego de fusilería, ametralladoras, gritos, explosiones y una humareda infernal.

Narciso de la Colina, quitándose el quepí y agitándolo sobre su cabeza, arengaba hasta la ronquera a sus hombres, Manuel corría por todo el reducto repartiendo municiones y gritando a voz en cuello, dándole ánimos a los defensores. Pero ya las fuerzas chilenas habían batido los primeros dos reductos e iban por el tercero.

Repentinamente, en medio del fragor del combate, el muchachito ve horrorizado como su admirado amigo don Narciso, suelta el quepí y cae hacia atrás. Una bala lo había atravesado.

Furibundo y lanzando un juvenil rugido, tomó el fusil de un soldado caído y se lanzó hacia adelante, Saliendo del reducto es alcanzado por una bala pero eso no lo detiene. Sin soltar el fusil y con gritos destemplados sigue avanzando hasta que un proyectil de grueso calibre estalla a su lado, haciéndolo volar por los aires y despedazando su fragil cuerpo.

Aquí terminó la breve vida de del niño héroe Manuel Bonilla, caído en la Batalla de Miraflores, lugar donde también entregaron la vida miles de peruanos, unidos bajo una misma causa. La defensa de la capital.

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